/Fuente: Federación Bioquímica de la Provincia de Buenos Aires -FABA Informa/
El laboratorio en la evaluación de pacientes con sobrepeso u obesidad
La implementación de políticas públicas es fundamental para impulsar estrategias eficientes tendientes a prevenir la obesidad y frenar su crecimiento.

Por Dra. Silvia Benozzi* Para FABAinforma

*Magíster en Bioquímica. Docente de las carreras de Bioquímica y Medicina de la Universidad Nacional del Sur. Docente PROECO- FBA. Miembro del Comité de ética de CUBRA. Miembro del equipo de coordinación del Subprograma de Control de la Calidad en la Etapa Preanalítica del PEEC- FBA
El notable incremento que se ha producido en las últimas décadas en la incidencia y prevalencia de obesidad ha alcanzado un punto tal que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ha calificado de epidemia. En el año 2004 se comenzó a considerar a la obesidad una “pandemia del siglo XXI”. Esta condición patológica constituye en la actualidad, una de las mayores problemáticas a la que se enfrenta la sociedad. Las tasas de obesidad casi se han triplicado desde 1975 y han aumentado casi cinco veces en niños y adolescentes. Un tercio de la población mundial tiene sobrepeso u obesidad. Su prevalencia es mayor en mujeres y aumenta en adultos y niños de todas las edades indistintamente de la localización geográfica, la etnia o el nivel socioeconómico. La encuesta Nacional de Factores de Riesgo realizada en Argentina en 2018 reveló que 6 de cada 10 adultos presentan exceso de peso y según se desprende de la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud presentada en el año 2019 el 41,1 % de los niños y adolescentes de entre 5 y 17 años tiene sobrepeso u obesidad en nuestro país, en una proporción de 20,7% y 20,4%, respectivamente, sin diferencias por nivel socioeconómico.
Los datos actuales son alarmantes y no se prevé una mejora de la situación a corto plazo. Se estima que, en 2025, su prevalencia alcanzará el 18% en hombres y el 21% en mujeres y que en 2030 habrá 254 millones de niños con obesidad en el mundo.
La tendencia en alza de la prevalencia de sobrepeso y obesidad tiene un importante impacto económico y se asocia con el aumento de comorbilidades y de mortalidad. Es importante saber que con la acumulación excesiva de grasa en el organismo se producen cambios metabólicos adversos que afectan negativamente a casi todas las funciones fisiológicas del cuerpo, aumentando el riesgo de padecer más de 200 problemas de salud tales como diabetes mellitus tipo 2, enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico, enfermedad renal crónica, hiperlipidemia, hipertensión, enfermedad del hígado graso no alcohólico, ciertos tipos de cáncer (entre ellos, endometrial, de colon, ovario, próstata, riñón), apnea obstructiva del sueño, osteoartritis y depresión, entre otras patologías.
Anualmente, 2,8 millones de personas mueren en el mundo como consecuencia del sobrepeso y la obesidad.
Controles en salud en la infancia y adolescencia
La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda una consulta al médico por año puesto que la adolescencia, junto con la infancia, es un período fundamental para consolidar y garantizar la salud en la edad adulta. El control periódico de salud de los adolescentes y jóvenes, les permite a los médicos evaluar su crecimiento y su desarrollo, y detectar factores de riesgo y factores protectores de su salud. También constituyen una oportunidad para la promoción de hábitos saludables, prevención de patologías y de realizar intervenciones, si estas fueran necesarias. Por ello es importante garantizar el acceso a la salud de la población, sobre todo en esa franja etaria.
El laboratorio en el control y seguimiento

El laboratorio realiza un importante aporte en la evaluación de los pacientes que presentan sobrepeso u obesidad, y en el control y seguimiento del tratamiento.
Los estudios complementarios, en particular las pruebas bioquímicas, que solicitan los profesionales médicos, van a depender de los antecedentes familiares del paciente, la evaluación clínica y las comorbilidades que presente.
En el contexto de un paciente con sobrepeso u obesidad, además de la medición de los niveles de glucosa en ayunas, en el laboratorio bioquímico se efectúa la prueba de tolerancia oral a la glucosa (PTOG), la determinación de HbA1c, se evalúa el perfil lípido del paciente [colesterol total, colesterol transportado por lipoproteínas de alta densidad (C-HDL), colesterol transportado por lipoproteínas de baja densidad (C-LDL), triglicéridos, colesterol no-HDL, Apo B], la función hepática (transaminasas, fosfatasa alcalina, bilirrubina), renal [orina completa, albuminuria o albúmina urinaria (ex microalbuminuria), proteinuria e índice de filtración glomerular], de tiroides (TSH, T4, T3), también se puede medir la uricemia, proteína C reactiva (PCR), albúmina, prealbúmina, transferrina, etc.
En los pacientes que presentan sobrepeso u obesidad, además de la glucemia alterada en ayunas (debido a la insulino resistencia que suelen presentar), es frecuente el hallazgo de dislipemia (hipertrigliceridemia, concentraciones elevadas de C-LDL y niveles bajos de C-HDL), alteraciones indicadoras del desbalance metabólico.
Cabe aclarar que existe entre un 10 a 20% de pacientes que presentan obesidad a los que se los denomina “metabólicamente sanos” puesto que no presentan alteraciones metabólicas, son sensibles a la insulina, no presentan trastornos del metabolismo de los hidratos de carbono, ni ninguno de los factores de riesgo que tan frecuentemente se encuentran asociados a la obesidad. Este subgrupo de personas obesas estaría protegido de las complicaciones metabólicas de la obesidad o tendrían un riesgo mucho más reducido que el que cabría esperar para su grado de obesidad.
Una enfermedad multifactorial
La obesidad es una enfermedad multifactorial en la que hay una compleja interacción entre los factores de carácter ambiental y genético que conducen al desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas.
El impacto del estilo de vida (factores ambientales) frente la predisposición genética en el desarrollo de la obesidad estaría determinada por una susceptibilidad individual, aunque los mecanismos involucrados no están completamente dilucidados.
Teniendo en cuenta la rapidez con la cual un mayor número de personas se transforman en obesas, el desorden de carácter genético no es considerado causal suficiente para justificar el grado de transmisión en la población.
Se han descrito diversos genes involucrados en la génesis de la obesidad, aunque se ha evidenciado que sólo un número muy reducido de ellos tiene una relación directa en el desarrollo de la obesidad.
La obesidad más común corresponde a la de tipo poligénica. Se han descrito más de 120 genes que estarían alterados en la obesidad, cuyo rol es regular en el individuo variables relacionadas con la composición corporal, el gasto energético y la distribución de la grasa corporal.
Los factores ambientales (el estilo de vida y la alimentación), condicionados por: el entorno construido, el tiempo frente a pantallas, el entorno agroalimentario (disruptores endócrinos, comida rápida, tamaño de las porciones, consumo de azúcares, microbiota intestinal), el marketing, las publicidades, el ambiente sociocultural, entorno familiar, la educación, los grupos étnicos fuera de su entorno, el periodo de luz-oscuridad, los cambios ambientales globales, y el tiempo destinado a la actividad física, tienen una importante influencia en el desarrollo de la obesidad. Se conoce que existen períodos críticos, en las fases prenatal y perinatal, que son particularmente susceptibles al impacto de estos factores. La impronta metabólica durante esas etapas, podría influir en el desarrollo futuro de la obesidad desde la infancia hasta el inicio de la edad adulta. Los estudios epidemiológicos en humanos han demostrado que la obesidad materna y la diabetes, la desnutrición durante la vida fetal y la lactancia, son factores de riesgo para el desarrollo futuro de la obesidad.
Si bien los factores ambientales explican solo una parte de la enfermedad, son de gran importancia en el tratamiento, debido a que son potencialmente modificables.
Estrategias de prevención
La implementación de políticas públicas es fundamental para impulsar estrategias eficientes tendientes a prevenir la obesidad y frenar su crecimiento. Es necesario facilitar el acceso a una dieta saludable para toda la población (restringiendo la comercialización de alimentos y bebidas con alto contenido de grasas, azúcar y sal), y que se garantice el acceso a la educación y a la salud, con el fin de promover hábitos saludables desde las etapas tempranas de la vida. Asimismo, es importante la implementación de políticas que faciliten el acceso a espacios disponibles para realizar actividad física periódica: caminar, andar en bicicleta y actividades recreativas.
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