#Protagonistas2025 CVPBA : «Un compromiso con la fauna silvestre»

/Fuente: Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires /


MV Carlos Alberto Tucal

Con más de dos décadas dedicadas al rescate, rehabilitación y conservación de fauna silvestre, el médico veterinario Carlos Alberto Tucal, del Distrito 5, se ha consolidado como una figura clave en la defensa de los animales autóctonos en la región. Desde su labor en una ONG ubicada en la ciudad de América, partido de Rivadavia, ha construido una trayectoria marcada por la vocación, el trabajo  y el compromiso profundo con cada una de las vidas que atraviesan su camino profesional.

Carlos comenzó su trabajo en la institución hace ya 23 años, y desde entonces ha sido testigo de historias conmovedoras, situaciones críticas y desafíos inesperados. Uno de los casos que más lo impactó ocurrió en una zona rural cercana, en Colonia Seré, donde un puma macho adulto se había refugiado debajo de una mesada en una cocina en desuso. Lo había hecho pocos minutos después de que el hijo pequeño de la familia estuviera jugando en ese mismo patio. El animal, con un comportamiento completamente salvaje y reacio al contacto humano, representaba un riesgo potencial si se sentía acorralado. El equipo actuó con rapidez, aplicando un protocolo de anestesia mediante dardos tranquilizantes para poder inmovilizarlo, realizarle una evaluación clínica completa y finalmente reubicarlo en un campo cercano, lejos de la población. Este tipo de experiencias son frecuentes y requieren de precisión, conocimiento técnico y sangre fría, pero también una enorme sensibilidad por el bienestar animal y humano.

Los animales que llegan a la institución —en su mayoría rescatados por particulares o derivados por organismos como Fauna de Provincia o Nación— atraviesan un proceso cuidadoso. Primero, una evaluación médica exhaustiva; luego, si es necesario, intervenciones quirúrgicas o tratamientos específicos; y finalmente, un periodo de recuperación y readaptación. Para los que pueden ser liberados, se realiza un trabajo de preparación con alimentación adecuada y mínima intervención humana, con el fin de que puedan sobrevivir en estado silvestre. En aquellos casos donde la liberación no es viable, como ocurre con animales provenientes de circos o criados como mascotas desde temprana edad, se garantiza un entorno que priorice su bienestar dentro de la institución.

La variedad de especies que reciben es amplia: aves rapaces, lechuzas, zorros, comadrejas, tortugas, loros, monos, patos silvestres y más. Muchos llegan heridos por trampas, accidentes o disparos. Otros, lamentablemente, provienen del tráfico ilegal o fueron criados como mascotas, lo que compromete severamente su posibilidad de volver a la naturaleza. “Tenemos tigres, osos y leones que fueron abandonados por un circo cuando se prohibió el uso de animales en espectáculos. Estuvieron meses encerrados y mal alimentados antes de llegar. Algunos pudimos derivarlos, otros quedaron con nosotros, en condiciones muy difíciles”, relata Tucal.

El trabajo no se limita al rescate. La educación cumple un rol central. Cada fin de semana y feriado, se organizan charlas para el público, especialmente sobre reptiles, una de las especies más incomprendidas y temidas por la población. Carlos destaca que en la región no existen serpientes venenosas, y sin embargo, muchas son asesinadas por desconocimiento. Las actividades incluyen también visitas guiadas para escuelas de toda la zona —e incluso de otras provincias— y experiencias adaptadas para instituciones educativas especiales, donde niños y niñas pueden tener un primer contacto cercano, respetuoso y educativo con especies que jamás habrían conocido de otra forma. “Creemos profundamente que las generaciones futuras pueden cambiar la relación que tenemos con la fauna. Pero para eso tienen que conocerla, entenderla y valorarla”, afirma.

Más allá de la labor técnica, la reflexión sobre el rol de la sociedad en el problema es inevitable. Carlos remarca que uno de los grandes errores culturales sigue siendo la apropiación de animales silvestres como mascotas. “Las personas siguen comprando tortugas, loros o monos sin saber que detrás de eso hay un crimen. Para que un monito llegue a una casa, alguien tuvo que matar a su madre en la selva. Es brutal. Y además, muchos de esos animales, al haber sido criados en hogares, no pueden ser devueltos a su hábitat. No sobrevivirían. Y si se liberan fuera de su ecosistema original, pueden provocar un daño aún mayor. La fauna autóctona no se puede tratar como un adorno”.

También advierte sobre el desconocimiento en torno a las enfermedades zoonóticas que puede portar la fauna silvestre, como la psitacosis en los loros. “Muchos cuadros clínicos en humanos podrían evitarse si hubiera más información. Es necesario un cambio de mentalidad que ponga el foco en la convivencia respetuosa, no en la tenencia irresponsable”, sostiene.

Sostener una tarea de esta magnitud en una ciudad pequeña, sin subsidios y con recursos limitados, es un desafío diario. La institución funciona a fuerza de voluntariado, donaciones de vecinos, productores rurales que colaboran con alimentos, y un equipo de trabajo que destina tiempo personal sin cobrar un peso. “Nos mueve el amor por lo que hacemos. Hay días de lluvia que significan una caída fuerte en los ingresos, y al otro día ya tenemos que resolver cómo seguimos. Pero cada esfuerzo vale la pena. Porque esto no es un emprendimiento comercial. Es un compromiso con cada vida que llega, y con todo lo que representa”.

Para quienes deseen conocer más, colaborar o visitar la institución, pueden hacerlo a través de sus redes sociales y página web:
– Instagram: @EcodeAmerica
– Web: www.ecodeamerica.org.ar

Como bien resume Carlos, “la conservación no es una tarea de unos pocos. Necesitamos que toda la sociedad se involucre, que deje de comprar lo que no debe, que proteja lo que es de todos, y que entienda que cada animal que salvamos es una oportunidad de hacer las cosas mejor”.

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