/Fuente: Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires /

En el marco del Mes del Veterinario, desde la sección PROTAGONISTA rendimos homenaje a quienes han marcado un camino dentro de la profesión, no solo por su compromiso y trayectoria, sino también por haber sabido transmitir esa vocación a las nuevas generaciones.
Este es el caso de Alfredo C. Witt, veterinario egresado en 1960 con diploma de honor, pionero en reproducción bovina y referente indiscutido en su área, que hoy comparte la pasión por la medicina veterinaria con hijos, nuera y hasta un nieto recientemente recibido.
Alfredo se matriculó en el Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires apenas dos años después de su fundación. Su vida profesional estuvo dedicada a la reproducción bovina, un área que en aquellos años se desarrollaba en condiciones muy distintas a las actuales: caminos intransitables, comunicaciones limitadas y jornadas extensas en los establecimientos ganaderos.
“En mis 40 años de ejercicio recorrí más de 3,5 millones de kilómetros”, recuerda. El esfuerzo físico y mental que demandaba la especialidad era enorme, pero la convicción de que la tecnología podía transformar la ganadería argentina lo impulsó a seguir adelante.
En 1970 fundó el Instituto de Reproducción Bovina de Saladillo, que durante casi cincuenta años funcionó como centro de referencia en inseminación artificial y exportó genética a países del Mercosur y Colombia. Además, fue parte de los primeros grupos en aplicar transferencia embrionaria en el país y participó activamente en la creación de la Cámara Argentina de Inseminación Artificial, que luego se transformó en la Cámara de Biotecnología e Inseminación Artificial.
Una vocación compartida en familia
Pero más allá de su trabajo pionero, Alfredo representa un verdadero símbolo de lo que significa vivir la profesión en familia. Su esposa también se recibió de veterinaria, aunque eligió dedicarse a la crianza de sus cuatro hijos para acompañar el crecimiento familiar.
Con el tiempo, dos de sus hijos abrazaron la carrera y se sumaron al equipo de trabajo, al igual que una de sus nueras. Hoy, la tradición se prolonga con su nieto Francisco, recientemente recibido de médico veterinario, que ya da sus primeros pasos profesionales junto a su padre y su tío.
De esta manera, la familia Witt se transformó en un claro ejemplo de cómo la veterinaria puede convertirse en un legado compartido, que une a distintas generaciones bajo una misma pasión.
La historia de Alfredo y su familia está marcada por el esfuerzo, la dedicación y la solidaridad. Él mismo reconoce que supo transitar con éxito el delicado equilibrio entre ser padre y ser maestro, y que la clave siempre estuvo en el trabajo en equipo.
Hoy, con 88 años, Alfredo sigue vinculado a la profesión, revisando bibliografía y explorando nuevas tecnologías para la reproducción bovina. Y aunque se define como un hombre satisfecho con lo que construyó, también mantiene un mensaje de futuro:
“Las vocaciones abrazadas con pasión son fáciles de llevar, aunque implican sacrificios. Pero las recompensas espirituales que da esta profesión son enormes. Mientras tengamos deseos de progresar y de vivir una vida activa, seguimos siendo jóvenes”.
En Alfredo Witt se refleja no solo la historia de un pionero de la veterinaria argentina, sino también la de una familia entera que abrazó la profesión como un proyecto común. Una vida de compromiso, entrega y pasión que sigue inspirando a las nuevas generaciones.
