/Difusión Colegio de Odontólogos de la provincia de Buenos Aires distrito I/
La calcificación de la placa bacteriana que se deposita en la superficie de los dientes, que comúnmente conocemos como sarro, es el cálculo dental. No solo afecta a las piezas dentales, sino que también puede formarse en el borde y debajo de las encías. A medida que avanza, la placa bacteriana encuentra en el cálculo una mayor superficie donde adherirse. Esto puede derivar en enfermedades de las encías y en caries.

¿CÓMO SE PRODUCE?
Una reacción química desencadenada por la saliva y los restos de comida hace que la placa bacteriana comience a endurecerse (a calcificarse), hasta transformarse en cálculo. Además, el proceso se ve agravado cuando existe una higiene bucal deficiente. En general, afecta principalmente a los incisivos inferiores, el espacio entre dientes y el espacio entre dientes y encías. En tanto, el pH elevado de la saliva puede favorecer la aparición de cálculo.
CONSECUENCIAS DEL CÁLCULO, DE LEVES A IRREVERSIBLES
El cálculo dental, o placa bacteriana calcificada, puede producir enfermedades en la encía, tales como la gingivitis y la periodontitis.
La gingivitis consiste en la inflamación de la encía, a veces acompañada de sangrado y edema. Se trata de una enfermedad reversible, ya que con un tratamiento periodontal bastante sencillo se puede detener y revertir la inflamación. Sin embargo, si se agrava, es el paso previo que precede a la periodontitis.
La periodontitis causa una pérdida de inserción periodontal (pérdida del diente), por lo que es irreversible.
Entre otras dolencias aparejadas a este enemigo silenciosos aparecen la inflamación de la mucosa que rodea los implantes (mucositis) y la perimplantitis, que afecta tejidos y hueso que rodea los implantes dentales.
Asimismo, al ser un foco bacteriano, el cálculo favorece el mal aliento y sensación de sabor desagradable en la boca.
CONTRA EL CÁLCULO, UNA BUENA LIMPIEZA
La principal medida contra la proliferación de placa bacteriana y la posterior aparición de cálculo es llevar una correcta higiene dental: cepillarse los dientes dos veces al día, y hacer una limpieza interdental por día con hilo dental.
Para tener en cuenta:
-Usá cepillo de dientes blando, sin demasiada pasta
-Asegurate de limpiar la parte trasera de los dientes, lugar donde más cálculo se puede llegar a acumular
-Usá hilo dental para eliminar los restos de comida que el cepillo de dientes no llega a eliminar
-También se puede utilizar enjuague bucal
Una vez que el cálculo está presente, es muy difícil eliminarlo con un cepillado. Por eso -para prevenir las enfermedades de las encías- se recomienda ir al odontólogo para que realice una limpieza, al menos dos veces al año.
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